Hace ya unos años que hablé de este libro por aquí, pero creo que a día de hoy tiene aún más relevancia. Las Torres del Olvido es una historia de ciencia ficción distópica, con una sociedad donde las automatizaciones han elevado el desempleo al 95%. Y la humanidad no ha encontrado una solución, sino que la brecha entre ricos y pobres es tremenda, con un Estado disfuncional donde básicamente proporciona comida y alojamiento (en barriadas) a los que no tienen empleo.
Creo que es una lectura muy interesante. En su día me encantó, tanto la distopía como la historia en sí, y merece una reflexión por si el futuro va en esa dirección. Lo más curioso es que se escribió en 1987.
(Por supuesto también puedes leer mi libro Inversión en tiempos de tipos bajos si todavía no lo has hecho)
Desde los nórdicos confines de Europa (bueno, ahora desde Madriz), un blog en español... Todas las cosas que encontréis aquí deben ser tomadas muy seriamente y seguir los consejos a rajatabla como si de una religión se tratase. Lo contrario me contraria.
martes, abril 23, 2019
martes, abril 16, 2019
La era de las identidades líquidas
En el pasado las identidades estaban bien definidas: pertencías a una raza, a una religión, a una nación, a una clase social. Sin embargo llevamos unas décadas en que las identidades se vuelven líquidas. Las religiones están de capa caída, las razas se difuminan, las naciones no definen a los ciudadanos. Y hay quien ve esto un problema.
Mucha gente, carente de referentes, se empieza a definir por otro conjunto de valores. Por ejemplo por su hobbie (soy runner), por su orientación sexual (gay, transexual) o por una pasión (soy fan de Apple). Y todas estas identidades pueden convivir no solo en un país sino en un mismo edificio de una gran ciudad.
Estamos en la era de las identidades líquidas, donde todo el pasado se desvanece y cada cual es lo que quiere. La humanidad, parece ser, necesita una identidad, y algunos tienen nostalgia del pasado cuando todo estaba definido. Por eso surgen movimientos que reclaman volver al pasado, por eso, entre otras cosas, gana Trump en EEUU, gana el Brexit en el Reino Unido o surgen patidos de extrema derecha que tienen tirón electoral en todo el mundo.
La izquierda tiene un problema ahí, ya que la clase obrera, al menos en el mundo desarrollado, no existe como tal. Está más identificada con sus hobbies, por ejemplo, que con los compañeros de oficina. Quizá por eso hablan tanto de "la clase media trabajadora" que es como no decir nada, pues con esa categoría se identifica tanto un administrativo que cobra 12.000 euros al año como un cargo intermedio que cobra 60.000 euros: mientras tenga que levantarse pronto por la mañana y trabajar todo el día para mantener su status quo es clase media trabajadora (o al menos así lo sienten). Quizá por eso la izquierda está tan perdida, y concretamente en España, cae en ciertas regiones en el limbo del nacionalismo, que agrupa a la gente entorno a una identidad fija, no líquida, y es más fácil atraerles como grupo.
La derecha también anda perdida, pues sus valores tradicionales (nación, religión, familia) también se diluyen. Intenta llevar a su electorado a valores tradicionales, pero solo lograrán atraer a los nostálgicos, el resto es impermeable a estos mensajes.
No me gusta nada que ningún partido abrace de forma decidida estas nuevas identidades líquidas y anden todo el día buscando referentes. Y esto va a más, no a menos. Las identidades se vuelven más líquidas, incluso en territorios donde hay un fuerte sentimiento de identidad nacional como Cataluña: los jóvenes están menos interesados en el movimiento independentista.
Las identidades líquidas son un progreso, no una imperfección del mundo moderno. Todo lo que sea ir en contra de ello es ir contra el progreso. Es más difícil conectar con los votantes, sí, pero es síntoma de un mundo mejor, donde cada individualidad es una maravilla que no se diluye en un grupo más grande.
El nacionalismo es, por cierto, una lacra. Los independentistas quieren imponer su identidad a parte de la sociedad, y los nacionalistas españoles quieren imponer también su visión retrógrada al gente que no comparte su visión. Lo que debería hacerse es diluir todos estas visiones, que son pre-democráticas. La libertad de la que disfrutamos es inigualable, nunca antes cualquiera ha podido tener su propia identidad y disfrutarla sin imposiciones. Nadie impide a los catalanes a que celebren sus rituales (Tió Nadal o Sant Jordi, por ejemplo). Nadie impide a los nacionalcatólicos a que vayan a misa en Nochebuena con sus pulseras de España. Nadie impide a un ateo runner que salga a correr la San Silvestre en Nochevieja y luego se vaya a dormir pronto.
Pero me cuesta ver la defensa de estos valores en los partidos. Los que más se acercan son el PSOE por un lado, pero sigue su discurso de la "clase media trabajadora" y cae en la adoración de los nacionalistas, como contraposición a la concepción franquista de España, pero que es un claro error, pues los nacionalismos van en contra del socialismo tradicional: en realidad los territorios no existen, solo las personas y lo que sienten, y los nacionalismos no quieren que haya redistribución social entre los que más tienen (que casualmente muchos tienen esta identidad nacional compartida) y los que menos tienen (que están en otros territorios). Lo mismo aplica, por cierto, a la Unión Europea, que funcionaría mejor si hubiera una mayor redistribución con una Seguridad Social común, un seguro de desempleo común, etc. pero los Estados con mayor renta per cápita no quiere.
El otro partido que se acerca a este modelo es Ciudadanos, que apoya muchas de estas identidades líquidas y combate claramente a los nacionalismos. Pero tiende a adorar en exceso al nacionalismo Español (eso sí, afirman, desde un punto constitucional).
Podemos, PP y sobre todo Vox están muy lejos de dejarse abrazar por las identidades líquidas. A ellos les gustaría un mundo más en el pasado, donde hubiera lucha de clases entre los proletarios y los burgueses (Podemos) o donde la nación y religión fueran más importantes (PP y Vox).
Mucha gente, carente de referentes, se empieza a definir por otro conjunto de valores. Por ejemplo por su hobbie (soy runner), por su orientación sexual (gay, transexual) o por una pasión (soy fan de Apple). Y todas estas identidades pueden convivir no solo en un país sino en un mismo edificio de una gran ciudad.
Estamos en la era de las identidades líquidas, donde todo el pasado se desvanece y cada cual es lo que quiere. La humanidad, parece ser, necesita una identidad, y algunos tienen nostalgia del pasado cuando todo estaba definido. Por eso surgen movimientos que reclaman volver al pasado, por eso, entre otras cosas, gana Trump en EEUU, gana el Brexit en el Reino Unido o surgen patidos de extrema derecha que tienen tirón electoral en todo el mundo.
La izquierda tiene un problema ahí, ya que la clase obrera, al menos en el mundo desarrollado, no existe como tal. Está más identificada con sus hobbies, por ejemplo, que con los compañeros de oficina. Quizá por eso hablan tanto de "la clase media trabajadora" que es como no decir nada, pues con esa categoría se identifica tanto un administrativo que cobra 12.000 euros al año como un cargo intermedio que cobra 60.000 euros: mientras tenga que levantarse pronto por la mañana y trabajar todo el día para mantener su status quo es clase media trabajadora (o al menos así lo sienten). Quizá por eso la izquierda está tan perdida, y concretamente en España, cae en ciertas regiones en el limbo del nacionalismo, que agrupa a la gente entorno a una identidad fija, no líquida, y es más fácil atraerles como grupo.
La derecha también anda perdida, pues sus valores tradicionales (nación, religión, familia) también se diluyen. Intenta llevar a su electorado a valores tradicionales, pero solo lograrán atraer a los nostálgicos, el resto es impermeable a estos mensajes.
No me gusta nada que ningún partido abrace de forma decidida estas nuevas identidades líquidas y anden todo el día buscando referentes. Y esto va a más, no a menos. Las identidades se vuelven más líquidas, incluso en territorios donde hay un fuerte sentimiento de identidad nacional como Cataluña: los jóvenes están menos interesados en el movimiento independentista.
Las identidades líquidas son un progreso, no una imperfección del mundo moderno. Todo lo que sea ir en contra de ello es ir contra el progreso. Es más difícil conectar con los votantes, sí, pero es síntoma de un mundo mejor, donde cada individualidad es una maravilla que no se diluye en un grupo más grande.
El nacionalismo es, por cierto, una lacra. Los independentistas quieren imponer su identidad a parte de la sociedad, y los nacionalistas españoles quieren imponer también su visión retrógrada al gente que no comparte su visión. Lo que debería hacerse es diluir todos estas visiones, que son pre-democráticas. La libertad de la que disfrutamos es inigualable, nunca antes cualquiera ha podido tener su propia identidad y disfrutarla sin imposiciones. Nadie impide a los catalanes a que celebren sus rituales (Tió Nadal o Sant Jordi, por ejemplo). Nadie impide a los nacionalcatólicos a que vayan a misa en Nochebuena con sus pulseras de España. Nadie impide a un ateo runner que salga a correr la San Silvestre en Nochevieja y luego se vaya a dormir pronto.
Pero me cuesta ver la defensa de estos valores en los partidos. Los que más se acercan son el PSOE por un lado, pero sigue su discurso de la "clase media trabajadora" y cae en la adoración de los nacionalistas, como contraposición a la concepción franquista de España, pero que es un claro error, pues los nacionalismos van en contra del socialismo tradicional: en realidad los territorios no existen, solo las personas y lo que sienten, y los nacionalismos no quieren que haya redistribución social entre los que más tienen (que casualmente muchos tienen esta identidad nacional compartida) y los que menos tienen (que están en otros territorios). Lo mismo aplica, por cierto, a la Unión Europea, que funcionaría mejor si hubiera una mayor redistribución con una Seguridad Social común, un seguro de desempleo común, etc. pero los Estados con mayor renta per cápita no quiere.
El otro partido que se acerca a este modelo es Ciudadanos, que apoya muchas de estas identidades líquidas y combate claramente a los nacionalismos. Pero tiende a adorar en exceso al nacionalismo Español (eso sí, afirman, desde un punto constitucional).
Podemos, PP y sobre todo Vox están muy lejos de dejarse abrazar por las identidades líquidas. A ellos les gustaría un mundo más en el pasado, donde hubiera lucha de clases entre los proletarios y los burgueses (Podemos) o donde la nación y religión fueran más importantes (PP y Vox).
lunes, abril 01, 2019
Libros mes de marzo
Este mes he leído:
- The undoing project - Michael Lewis ***** : Los libros de Michael Lewis son muy buenos y esta no es una excepción. En esta ocasión narra la historia sobre dos psicólogos israelíes, Daniel Kahneman y Amos Tversky, que cambiaron la psicología de una forma contundente en cada artículo que publicaron juntos. Muy recomendable.
- La España en la que creo - Alfonso Guerra **··· : Estando de acuerdo con lo que expone Alfonso Guerra en el libro, en general me parece flojo. Aunque el hilo conductor está claro (la Constitución es lo que garantiza una democracia y por supuesto que tiene sus compromisos) el libro va saltando de un tema a otro sin mucho concierto y a veces cae en tópicos algo flojos ("los poderosos"). Aunque apunta algún asunto histórico interesante y siempre está bien ver cómo reparte a diestro y siniestro (en este caso no se salva ni el PSOE), no merece la pena.
Películas y series mes de marzo
Este mes he visto:
- Vengadores: Infinity War ****· : De vez en cuando me da por ver películas de superhéroes y este ha sido uno de dichos meses. La verdad es que la película me ha gustado, creo que tiene un final digno e inesperado y toda la película tiene un ritmo adecuado. Merece la pena.
- Ant-man y la Avispa ****· : Siendo (creo) los superhéroes más flojos del universo Marvel la verdad es que me hizo gracia la película. Y el final engancha un poco con la parte de los Vengadores. No está mal.
- El increíble Hulk *··· : Mala película con la que Marvel se estrenó en el cine, poco antes de que la comprara Disney. Es la típica película de mutantes, un malo que es bueno, un bueno que es malo y luchas sin parar. No merece la pena más que para un visionado a 2x.
- Friends - Temporada 1 ***** : No había visto esta mítica serie. Después de la primera impresión (es como Cómo conocí a vuestra madre pero en peor) la verdad es que tiene su gracia. Y además, va mejorando según avanza la temporada.
- Friends - Temporada 2 ***** : La segunda temporada es aún mejor, los guionistas estaban sembrados. Muy recomendable.
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