Ese es, con algunos matices, el argumento del último libro de Saramago, premio Nobel de Literatura. En el libro más del 80 % de los electores de una ciudad votan en blanco y se suceden catástrofes. Todavía no me lo he terminado, pero está muy bien.
En el hipotético caso de que mucha gente votara en blanco, suficiente para ser la opción más votada, me imagino que no pasaría nada. No habría catástrofes, ni el gobierno se pondría agresivo ni nada de eso. Todo seguiría igual. Habría políticos que saldrían por la tele diciendo que han entendido el mensaje, que van ha hacer la política más cercana, todos los tertulianos de la radio harían análisis dispares, y al cabo de unos meses habría otra noticia. El gobierno no tendría legitimidad, pero gobernaría igual, no sería la primera vez en la historia de un gobierno sin legitimidad popular. Simplemente sería un gobierno
democrático sin legitimidad popular (algo así como Bush en su primera legislatura).
En España ya hubo bastantes votos en blanco en las elecciones europeas de 1999. Tantos que si hubiera sido un partido político habrían logrado un eurodiputado. Por ello nació la iniciativa
Ciudadanos en Blanco, que recomiendo visitar. En resumen, es un partido político que de resultar elegido dejarían sus escaños vacíos, en representación de la gente que vota en blanco.