La Navidad es una fiesta Cristiana y hay mucha gente que no lo es que mira con malos ojos celebrarla. Dicen, vaya tontería celebrar que un niño nació de una mujer virgen. De hecho ya he expresado por aquí que Jesús, de existir como personaje histórico y no inventado, no nació en estas fechas.
Entonces, ¿por qué celebrar la Navidad? Sin entrar en la celebración del nacimiento del personaje que verdaderamente iluminó al mundo, es una tradición ancestral celebrar el solsticio de invierno. Desde la antigüedad más remota, la oscuridad era muy jodida para la humanidad. La oscuridad significaba más probabilidades de morir de forma violenta, que un animal se colara en la cueva y no dejara a nadie vivo. El paso del verano debía ser terrorífico, cada vez más frío y más oscuridad.
La llegada del solsticio de invierno lo cambiaba todo. El frío seguía aumentando, es cierto, pero cada vez los días se hacen más largos. Más luz, más vida. Es normal celebrar que cada vez hay más luz. Pues bien, esa costumbre de celebrar que hemos sobrevivido al periodo de más oscuridad, un año más, me parece digna de seguir repitiéndose. Sobre todo porque los supervivientes natos, los que más solsticios sobrevivieron, son precisamente nuestros antepasados.
Y sí, la Cristiandad se apropió de esta fiesta, como de muchas costumbres paganas, para adaptarse a la sociedad, y ahora monopolizan estas celebraciones. Pero es una tradición mucho más antigua.
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